domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuento de navidad (Carolina)

2 comentarios:

tregua de agua dijo...

CUENTO DE NAVIDAD: Una sonrisa, por favor


Mamá está muy enfadada conmigo.
La señorita Mª Luisa habló con ella el viernes y le dijo que yo estaba
en la luna de valencia y que me distraía con el vuelo de una mosca.
Esta señorita me cae fatal porque siempre dice cosas malas de nosotros
y le contó a mamá que éramos una clase terrible y que íbamos a acabar
con sus nervios. No se ríe nunca, ni siquiera cuando le deja a
Roberto, que es su preferido, contar un chiste cuando hemos acabado
las cuentas. Yo creo que no se ríe porque no lo entiende. Nosotros nos
partimos de risa sólo de ver a Roberto con esos tirantes tan horribles
que se pone.
Los mayores hablan raro.
¿cómo voy a estar en la luna de Valencia si estoy en Zamora? En todo
caso estaría en la luna de Zamora...luego dice que el distraído soy
yo.
¿por qué dice que me distraigo con el vuelo de una mosca..? si no me
gustan nada las moscas, son negras y feas y no se ríen nunca. Si fuera
con el de una mariposa....
También le recordó lo del concurso de sombreros de Navidad para el
próximo lunes, y le dijo que teníamos que hacerlo nosotros y que
ganaría el más original, y eso sí, a original a mi no me gana nadie.

Al llegar a casa mamá me dijo que estaba muy cansada.
Dijo que ya no era un pequeñajo, que estaba en Primaria y que tenía
que ser más responsable.
También dijo que tenía que darme cuenta de que era el mayor y que
tenía que colaborar, porque el bebé la tenía muy ocupada todo el
tiempo.
Tampoco se porque le llama bebé si se llama Marta.
Marta es mi hermana, es muy pequeña y sólo llora y llora.
Cuando se calla es porque está comiendo, pero luego sigue llorando..
dice mamá que no duerme porque tiene gases y le duele la tripa.
Mamá dice que todos los bebés son así, y que llora porque es su manera
de hablar.
Pero a mi no me gusta que hable tanto, porque en casa cuando queremos
decir algo tiene que ser a gritos o muy bajito por si se duerme...
Mi casa es una casa de locos.
Cuando llegó papá intentó calmarla y le oí en la cocina que decía que
él conocía muy bien a la señorita Mª Luisa porque le dio clase y que
era una vieja gruñona.
Ya decía yo que esta maestra tiene más de mil años...

El disgusto pasó el domingo porque vino a comer mi tio Santi.
Venía de un viaje estupendo. Había estado en Londres y me trajo un
montón de regalos.
Mi tío Santi es el hermano pequeño de mi madre, y siempre la hace sonreir.
Mamá cuando sonríe es preciosa porque se le iluminan los ojos.
Me llevo muy bien con él, siempre nos estamos divirtiendo, siempre
chocamos los cinco cuando nos vemos y me dice que somos colegas.
Muchas veces me habla de los amigos y me dice que son muy importantes
en la vida, pero que hay que cuidarlos mucho.
Contó cosas fantásticas de Londres, me enseñó en un mapa donde está y
que ellos celebran la Navidad de otra manera distinta.
Sacó dos bastones grandes de rayas de colores de caramelo y me dijo
que los compartiera con mis colegas de clase.
No me costó ningún trabajo levantarme el lunes para ir a clase. Además
había nevado y estaba todo blanco. Seguro que lo pasaríamos genial en
el recreo.
Llevaba mis caramelos y los compartiría con los colegas, aunque le
dejaría el trozo más grande a Elenita, que es la niña más simpática de
toda la clase, porque siempre tiene una sonrisa muy dulce en su cara.
Pero al llegar a clase, .... ¡El concurso....!
Todos llevaban sus sombreros de Navidad menos yo, que estaba como un
imbécil con mis bastones de caramelo.
Se acercó el tonto de Roberto y me dijo que la señorita me castigaría
y que lo pasaría fatal. Yo le dije que se me había olvidado, pero que
su sombrero era horroroso con tanto espumillón y que no ganaría nunca
porque parecía un erizo de mar. Se que no debo decir eso pero es que
se mete donde no le importa.
Mis colegas Hugo y Javier se acercaron con sus fantásticos sombreros,
y al contarles que se me había olvidado me dieron unas campanillas
pequeñas y un trozo de cinta que se quitaron de sus sombreros para que
yo me hiciera algo rápido antes del concurso.¡Son unos colegas
geniales! Saben que me gusta inventarme cosas con cuatro trastos y así
poder salvarme de la bronca de la maestra. La verdad, me daba un asco
pensar que se le iban a salir los nervios por toda la clase si me veía
sin nada.... Algo tenía que hacer.

A lo lejos vi llegar a Elenita con sus amigas, estaba preciosa, había
hecho una estrella de navidad en su diadema y brillaba desde lejos. Oí
a sus amigas decir que no valía porque no era una sombrero, pero se
que la tienen envidia. La vi un poco triste por lo que la habían
dicho, pero al acercarme me enseñó sus pendientes; los había hecho con
dos bolas de las que se ponen en el árbol de Navidad y me dijo que la
enseñó a hacerlos su hermana mayor.
Pero cuando vió que yo no tenía sombrero, se los quitó y me los dió,
tapándose con la mano la boca mientras sonreía, porque se le ha caído
un diente. Pero da igual porque sonríe también con los ojos. Yo
también sonreí.

Tenía poco tiempo. Mis colegas me animaban y vigilaban para que no me
viera la señorita... Pensé rápidamente, cogí una bola de nieve y la
aplasté con todas mis fuerzas y le dí forma para que pareciera un
cajón donde meter regalos. Quedó muy chulo tan trasparente, la nieve
se había convertido en hielo; luego coloqué debajo los bastones de
caramelo para que pareciera un trineo, y dentro metí las cosas que mis
colegas me habían dado como si fueran regalos y por supuesto, los
pendientes de Elenita.
Pero faltaba el soporte. Cogí el cuaderno de tapa más duro que
encontré en la mochila y con la cinta de Hugo y los cordones de mis
botas, lo uní a los bastones de manera que quedase firme.

Sonó el timbre, lo acabé por los pelos. Entró el director y la
señorita y uno por uno nos hizo pasar para que se vieran bien los
sombreros.
Yo estaba encantado con el mio. Nada ni nadie podría regañarme.
Pero Elenita vió algo; se acercó al director y le pidió que viesen
primero el mio.
Así fue. El director me llamó, y sonrió. Me dijo que era lo más
curioso que había visto y me dijo al oído que era un chico muy
inteligente porque por la nieve se notaba que lo acababa de hacer.
Yo, subí las cejas y no dije nada, sólo debí poner cara de idiota
porque Javier me dijo que cerrara la boca.
Me volví a mi sitio y esperé el resultado mientras valoraban los demás
sombreros.
Estaba muy feliz, pero de pronto me noté mojado. Me caían gotas del trineo.
¡ Se estaba deshaciendo .....!
Ni me moví. No me atrevía a nada. Sólo notaba las gotas en el cogote
que me caían por la espalda...
El director se levantó y nombró al ganador:
El sombrero ganador es: "Trineo de Navidad" de PELAYO PELÁEZ

¡Había ganado el concurso!.... Era el tío más feliz del mundo...
Me levanté y cuando fui a coger el premio tenía las manos heladas.
La señorita me miraba por encima de la gafas con mal gesto cuando vió
que había usado el cuaderno de cuentas, pero el director me dio la
enhorabuena diciendo en alto que se premiaba la creatividad sobretodo
y me hizo una foto. Todos aplaudían...
Elenita se acercó y me dio un beso pero me dijo que me lo quitara
cuanto antes que iba a coger frío. Yo sólo tenía calor... Estaba
deseando llegar a casa para contárselo a todos...

Mamá no estaba enfadada ya, pero si preocupada.
Tenía mucha fiebre y estaba tiritando, pero ¡que feliz era.! A pesar
de que me tocara pasar el cuaderno de cuentas a limpio en vacaciones.
Estuve en cama dos o tres días y no pude ir a clase, pero papá me
amplió mi foto y la puso en el corcho de encima de mi mesa, mis
colegas me llamaban por teléfono y el tío Santi vino a verme. Mamá me
llevaba las medicinas a la cama y miraba la foto. De repente, un día
cuando me besó la frente y notó que ya no tenía fiebre, me sonrió
diciendo:
- Cuando ganes el próximo concurso, que estoy segura que ganarás,
procura usar cosas que no te pongan enfermo ¿vale?

tregua de agua dijo...

Jesús Ferrero
Estaría mejor que utilizases la navidad para meter más el dedo en la llaga. No está mal, pero resulta demasiado amble y consolador para un adulto. Como cuento infantil podría cumplir su función.