domingo, 30 de noviembre de 2008

Rupturas (Andrés)

2 comentarios:

tregua de agua dijo...

RUPTURAS



I



La relación estaba agotada desde hacía mucho tiempo, sin embargo esa mañana tomé la determinación de romper definitivamente con la rutina. Llevábamos juntos 25 años y era incapaz de dejar a mi mujer, así que, decidí abandonar a Sultan, mi perro. Era un primer paso. Conduje durante media hora hasta llegar a lo alto de un monte. Una vez allí, no fue una tarea fácil desprenderse de Sultán, tan fiel, y a su vez tan irreverente, sin embargo tras varios intentos desesperados conseguí despistarlo. De regreso a casa, paré en el bar de Manolo a tomar una caña. Quería sentir esos primeros momentos de libertad. Al respirar noté como se me hinchaba el pecho de felicidad, verdaderamente me había quitado un peso de encima. Al final de la barra, el televisor mostraba un accidente contiguo al monte del cual, acababa de regresar. En los titulares se leía "Abogados del prestigioso bufete cuatrecasas implicados en una grave colisión. Retenciones de 30 kilometros en la A-6". Que suerte había tenido, me había librado del atasco. De pronto caí en la cuenta de que mi hija Ana, trabajaba en ese bufete. Seguro que si la llamaba podría contarme lo que había pasado.



II



"Ana, ana, tranquila, no grites" Sólo pude abrazarla. Las palabras no tenían sentido, aquello no tenía sentido. Todo había sido demasiado rápido. En medio de la autopista un perro, un volantazo para esquivarlo y una moto encima del capó. Todo por los suelos, mi jefa sobre el asfalto. La discusión en la oficina, había sido más fuerte de lo habitual. Si, tenía razón, en parte yo era su subordinado, acababa de decirme hacía treinta minutos. Su subordinado. Ahora la rodeaba entre mis brazos. A pesar de que tenía algunos rasguños movía los brazos y las piernas con aparente normalidad mientras su rostro expresaba una mezcla de ingenuidad y benevolencia. Algo había cambiado. Nada tenía que ver con las miradas esquivas a la hora del café. Los comentarios en voz alta cada vez que hablaba por teléfono desde su despacho con la puerta abierta. Los descréditos. Mis casos dependían de su supervisión, sin embargo, ¿cómo podía estar subordinado? en el ejercicio mismo tenía facultades suficientes y contaba con largos años de experiencia, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Sin embargo, yo era algo más que competente profesionalmente además me tocaba encargarme de las tareas de casa. Adela, mi esposa, llevaba meses en la cama, según ella, por que se sentía deprimida. Mis pensamientos de vuelta a casa se limitaban a, sí, envié el informe a firmar antes de la notaría, aunque no estoy seguro de haber separado la ropa blanca y de color en la lavadora. Ella estaba recién llegada del extranjero, con su ropa cara, su excelente manejo de idiomas. Realmente me daba igual si yo era o no su subordinado.



III


Habían pasado tres meses e intentaba ignorar el hecho de lo sucedido. Sin embargo mi mente recurría de manera inconsciente aquella noche de noviembre. Me sobresaltaban las imágenes del curso de fiscalidad que tuvimos en León. No tenía muy claro si realmente estaba la niebla tan baja aquella noche como la recuerdo, cuando salimos fuera del hotel a cenar. Hacía frió, y las copas ayudaban a entrar en calor. Ni tan siquiera nos conocíamos. Raúl y yo estábamos especializados en distintas áreas y nos conocíamos de vista y alguna reunión esporádica. Llegó un punto de la noche donde las relaciones laborales quedaron al margen de los informes y del deseo. Fue una única noche. Recuerdo cuando me agarró con sus manos frías frente a la catedral y me dio un beso húmedo y calido. Ocurrió la noche antes de que saber que pasaría a ser directora del área de Derecho Internacional Público y Privado. Por tanto pasó a mi supervisión el departamento de derechos humanos donde trabajaba Raúl. A pesar de ello mi especialidad era el Derecho Civil y mi punto fuerte los divorcios. Quien me iba a decir que firmaría el mío propio esta mañana, nada me dolía, ahora Raúl me estaba abrazando sobre la carretera.

tregua de agua dijo...

Jesús Ferrero
Personajes bien argumentados y sorpresa final.
Excelente ejercicio.