lunes, 1 de diciembre de 2008

Azul (Pilar)

2 comentarios:

tregua de agua dijo...

AZUL



Se despertó y se levantó deprisa. A esa hora del día le gustaba mirar
durante un par de minutos por la ventana.

26 de abril , hay una luz especial esta mañana.
Es un dia de esos en los que el cielo nublado ofrece varios azules diferentes, mas o menos intensos, mas o menos profundos.
En el horizonte la luz del amanecer iluminando sin herir.
Le gustaban los días asi. Soplaba un viento suave, humedo y azul. En momentos como ese sentia que ella , la tierra y el universo latian a la vez, avanzaban al mismo tiempo.

Caminaba como quien conoce la eternidad.

Un viejo perro callejero se acercó hasta ella, se detuvo un momento junto a él le hizo una leve caricia en la cabeza y siguió caminando.
En los perros abandonados hay una mirada sin tiempo. A lo mejor eres tú. Tal vez te encuentran. ¿ Y si no? siguen viviendo.
Recordó que una vez alguien le habia contado que los perros viven en este instante, el pasado y el futuro no existe para ellos.

- Puede que los perros sepan que este es un mundo de abandonos y de encuentros.
Sonrió.
Entro en una calle estrecha, empedrada. Todavia era temprano. Fue mas despacio, se miro los pies, retrocedió en el tiempo; muchos años atrás , sus zapatos dejaban en esa misma calle el eco sordo de una carrera cuando llegaba tarde a la escuela.
Ahora caminaba en sentido inverso y no tenia prisa. Aún habia tiempo.
Continuó . No quería pensar.
Había decidido ir. Iría.
Las nubes dispersas dejaron paso a una mañana diáfana.
Hubiese querido que el tiempo se detuviese ahí, pero habia tomado una decisión . Siguió adelante.
Podía volver atrás, también podía ir y pasar de largo o confundirse entre la gente y después pensar que en ese día estuvieron muy cerca después de
tanto tiempo.

El reloj del viejo edificio marcaba las nueve.
Era la hora.
Le gustaba ese lugar, sobre todo porque en los dias de sol al atardecer la piedra reflejaba un color amarillo intenso, como si tuviera un aurea dorada y vida propia.

Empujó la puerta. Solo unos cuantos pasos le separaban del cafe, tenia que cruzar el vestibulo.
Un tren había llegado se veía gente entrando y saliendo de la estación.
Se paró un momento , habia pasado muchas tardes alli, esperando.
Hoy alguien la esperaba a ella.
No sabia si le reconoceria, habia pasado mucho tiempo desde que se fue, cuando ella aún era una niña que iba dejando el eco de sus pasos en
viejas calles estrechas.
Abrio la puerta de la cafeteria, olia a viaje y a cafe , a despedidas y encuentros. A la frescura de la gente cuando viene de lejos.
Varias personas hablaban sentadas alrededor de antiguas mesas de madera redondas. Era un lugar entrañable.
Vio un hombre de pelo blanco sentado al lado de la ventana, parecia tranquilo, se acercó un poco más, el hombre giro la cabeza,
El tiempo se condenso en ese instante, y descubrio que la esencia de cada hombre, la mirada, no cambia.

Su padre tenia la misma mirada que ella siempre habia llevado en la memoria.





Pilar Rodriguez

tregua de agua dijo...

Jesús Ferrero
Buen ejercicio.
Me gusta el paseo hasta la estación. La mención a los perros se pliega bien al relato y acentúa su sentido.