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Tregua de agua:/ escribe un chapoteo/ el pez mudo.
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2 comentarios:
EL ALMIREZ
No ocupaba un lugar destacado en el desorden general del salón pero las piezas del almirez mantenían su unidad colocadas cerca de la ventana desde donde reflejaban con esfuerzo la luz del atardecer.
Su posición era inmutable, y si algún visitante distraído, casualmente lo movía o separaba las piezas, otras manos diligentes, con mimo, pero con autoridad, lo volvían a su posición original.
La utilidad del conjunto en sí, era dudosa. Como elemento decorativo no valía mucho. Sostenía y servía de apoyo a una vieja Biblia para evitar que se derrumbase sobre el resto de libros del estante mucho menos consistentes. Y en caso de apagón, el recipiente sin el mazo, se transformaba en palmatoria de una gruesa vela.
Solo se echaba mano del almirez en Navidad, como instrumento para partir las nueces. Ahí sí. Era requerido a los postres, y pasaba de mano en mano, recuperando parte de su brillo original.
Nunca supe quien lo había traído, pero por todas las casas donde pasé, ocupaba su rincon invisible, resistiendo los sucesivos cambios de mobiliario y domicilio
Cuando llega Navidad, reparto por la mesa unas cuantas nueces, como si fueran un elemento decorativo un tanto descuidado, procurando que todos los comensales las alcancen con su mano.
Alguien habrá, lo tengo comprobado, que durante la cena, tomando alguna nuez, pregunte señalando ¿hay algo para partirlas?
Y claro que hay.
Aparecerán cuchillos, artilugios especialmente diseñados para cascar nueces, tenazas e incluso algún martillo. Pero un año más, nadie pondrá sobre la mesa el almirez.
Y fugazmente, entre copa y brindis, esperaré iluso, que aquellas manos suaves y diligentes, que siempre lo sabían colocar en su posición original, aparezcan sonrientes por la puerta diciendo ¡Aquí está! ¡Lo encontré!.
JANÉS
Jesús Ferrero
Has sabido darle vida al almirez, que se convierte en símbolo de una ausencia trágica y levemente insinuada. Buen ejercicio.
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