miércoles, 19 de noviembre de 2008

Kawasaki (Alberto Ferreras)

2 comentarios:

tregua de agua dijo...

Cambié de marcha con el pie derecho y volvé a abrir gas. Permitirme ese lujo me había costado tres años de duro trabajo entre fogones y sobreponerme a numerosas letras. Ya tenía esa idolatrada Kawasaki 500 y ahora, por fin, tras 200 kilómetros de rodaje, podía revolucionarla al máximo, podía sentir el cosquilleo en el estómago por el que merecía la pena pagar más de 7.000 euros por aquella máquina. Cada vez que sentía la inercia me subía la adrenalina. Estaba eufórica, aquella sensación completaba un largo día lleno de emociones que por un instante repasé mentalmente. Aquella mañana había logrado el reconocimiento del mejor crítico gastronómico de la ciudad y había puesto en orden mi restaurante, echando de una vez a aquel pinche de cocina que tras cuarenta años en la profesión aún no sabía ni freir un huevo con puntillita. Repasaba mentalmente el perfecto huevo con puntillita con su espuma de estragón a la naranja, sus virutas de trufa y su sal volcánica de Cádiz, que tanta fama me habían dado. Estaba en la cumbre del mundo culinario cuando de pronto cai en la realidad. Los granos de sal volcánica se transformaron en un Fox Terrier que cruzaba la autopista justo delante de mi. ¡Noooo!, grite con agonía en mi interior, giré bruscamente el manillar a la izquierda y apenas tuve una décima de segundo para ver aquel destartalado coche antes de chocar contra él y nublar mi vista. Los fogones y el inútil personal de mi restaurante, mi famoso huevo con puntillita y mi carrera ascendente como chef se habían esfumado para siempre en un golpe contra la chapa de un Seat 127. Ahora, como cada 16 de noviembre, día mundial de las víctimas de accidentes de tráfico, recuerdo mi historia desde esta silla de ruedas que me condena a no volver hacer un huevo frito. Al menos, mi boca y mi mente no se han resentido. Ahora es aquel maldito pinche de cocina el que, quizás porque se sienta culpable, me prepara todos los domingos el laureado huevo con puntillita al estilo chef Rosario. Aunque si les digo la verdad, sigue sin saber hacerlo bien. Mi toque especial se perdió en aquel acelerón en la autovía

tregua de agua dijo...

Jesús Ferrero
El personaje está bien argumentado pero necesitaría el contrapunto de otras voces para conformar un relato. También el pinche de cocina tendría que contar su historia.