martes, 18 de noviembre de 2008

Incidente (Paloma García)

2 comentarios:

tregua de agua dijo...

RELATO: EL INCIDENTE.

I



My historia es la historia de un hombre que entrando en su madurez ve como sus ambiciones se han ido esfumando poco a poco con el paso de los años.
Aunque llevaba tiempo trabajando en el gabinete, se puede decir que nunca fui una persona a la que se tomase en consideración, a pesar de mis esfuerzos por sobresalir. No soy un hombre con suerte y es como si sobre mí pesase una maldición.
Las cosas no iban bien en el trabajo, incluso iban mal. Pero cuando Marina llegó, se convirtió en una obsesión para mí. No podía soportarla y reconozco que en muchas ocasiones traté de hacerle la vida imposible. Para colmo de males, tenía buena prensa entre los compañeros, incluso las secretarias se llevaban bien con ella. Eso me volvía loco ¿por qué todo tenía que ser así? No me concedía tregua ni descanso, ni siquiera en casa.
Sólo la fatalidad quiso que tras una violenta discusión en su despacho, Marina olvidase el porta-folios en la mesa antes de salir. Fue entonces cuando el gerente, que me tiene enfilado, quiso que fuera yo el que saliera inmediatamente para llevárselo antes de que llegasen los clientes.
Enloquecido, de un humor espantoso y rumiando mis miserias, cogí el coche y me encaminé al lugar. Así sucedió todo. Ahí estaban esas bestias. Me las encontré de golpe al coronar el cambio de rasante. Iba demasiado deprisa… no pude hacer nada. Tras dar un volantazo me llevé por delante a aquel desgraciado motorista y ahora estoy aquí pensando en el puñetero e implacable juego del destino. Nada importa. Siento la necesidad de quedarme aquí sentado, contemplándola. Sólo eso.



II



Cuando desperté, apenas podía moverme y me dolía terriblemente la cabeza. Estaba atontada y no entendía qué hacía Alfredo ahí sentado, mirándome de ese modo. Le pregunté que había sucedido y fue entonces cuando me dijo que había tenido un accidente pero que no me preocupara porque a pesar de estar inmovilizada mi recuperación sólo sería cuestión de tiempo.
Aquella mañana habíamos tenido un enfrentamiento que venía fraguándose casi desde que llegué. Alfredo nunca pudo soportar que yo ocupase el puesto que él consideraba suyo por derecho y aún menos tratándose de una mujer joven. Siempre estaba a la defensiva, intentando ponerme en evidencia delante de todos y después de muchos desatinos su puesto pendía de un hilo… que yo podía cortar si fuera necesario. Se lo hice saber como un ultimátum.
Ese mismo día tenía una importantísima comida de negocios para la cual se había elegido un restaurante de mucho prestigio en las Rozas porque se trataba de una operación crucial para el gabinete. La verdad es que nunca llevo la moto en ocasiones como ésta, pero casualmente había llevado el coche al taller y quería actuar con rapidez.


Estaba eufórica porque la firma de este contrato además de ser muy sustanciosa supondría un puntazo en mi brillante y ascendente carrera.
Nada, ni siquiera la discusión con Alfredo consiguió enturbiar mi sensación de dominio y subida en la moto me crecí aún más.




III




Después de un día agotador y con tantas emociones, Marta y yo estábamos tomando un pincho de tortilla con un café, que era lo único que comíamos desde que nos levantábamos a las seis de la mañana. A Juan lo habíamos dejado en casa de la abuela porque tenía que madrugar para ir a la escuela al día siguiente y nosotros, dadas las circunstancias, necesitábamos espacio para sosegarnos. Ya casi no quedaba gente en el bar, salvo Paco y su hija la mayor que iba a ayudarle por las tardes. El sonido de la TV me llegaba como un ronroneo lejano a pesar de que siempre la ponían demasiado alta.Todavía flotábamos mecidos en la alegría cuando algo me llamó la atención e hizo que me girase para escuchar lo que estaba diciendo el locutor “ Este mediodía ha habido un accidente en la nacional VI a la altura de las Rozas… la causa del accidente ha sido la presencia de ganado suelto que ha invadido la calzada… en el siniestro se han visto implicados un turismo y … la mujer se encuentra hospitalizada con heridas graves…”
Sentí una sacudida y pude ver la secuencia con toda claridad.
Yo estaba en el establo atendiendo al ganado cuando oí los gritos de Marta que venía corriendo a buscarme. Había comprobado el billete de lotería que habíamos comprado la semana anterior y ¡estaba premiado!
Cuánto tiempo llevábamos agobiados por las deudas, la hipoteca… y todo nos iba de mal en peor. Yo estaba realmente desesperado. ¡Dejé la puerta del establo abierta y también la cerca! Los animales estaban libres, libres como nos sentíamos nosotros en aquel momento. Fuimos a celebrarlo al bar, bebimos, reimos. Estábamos totalmente descontrolados. Adios a las penurias, era el momento de cambiar nuestras vidas…



Paloma García Corona.

tregua de agua dijo...

Jesús Ferrero
Buen ejercicio. Sólo un error de argumentación: nadie deja en nuestros
días ganado suelto en las inmediaciones de Madrid, ame o no a los animales.